Los sueños |
La pesadilla |
Años atrás cuando aún el movimiento antinuclear era importante en nuestro país, recuerdo haber llevado cuando iba al Instituto, una chapa en la solapa que ponía la leyenda Nuklear, ez esquerik asko (Nuclear, no gracias).
Posteriormente vi una película de Akira Kurosawa, que me produjo una profunda impresión: “Los sueños de Akira Kurosawa" (link para descargarla) que he vuelto a disfrutar en varias ocasiones.
Todas las historias que narra son pura poesía visual, pero en esta entrada me centraré en la sexta historia, la del Monte Fuji en rojo: Una catástrofe nuclear en Japón hace que una nube radiactiva se extienda sobre la población y en un diálogo inigualable, el responsable de la central habla de su insensatez con el protagonista de la historia.
Más que un sueño, la historia es una pesadilla y una certera premonición sobre la amenaza radiactiva que se cierne ahora sobre Japón y que tiene continuidad con el relato siguiente de la película que, en la misma tónica, se centra en las terribles mutaciones que las personas sufren por el efecto de la radiación.
Muchos años más tarde, érase una vez un Japón industrioso, exportador, diligente y disciplinado. Prácticamente, el paraíso del capitalismo hasta que potencias emergentes como China e India entraron en escena y le robaron un parte del protagonismo, relegando al productivo país al tercer puesto en el ranking económico mundial.
Terremoto de 8,9 en la escala de Richter el pasado 11 M en Japón. Posteriormente un devastador tsunami acaba con toda la diligencia y el orden nipón en una parte la costa nordeste en cuestión de minutos. causando miles de muertos. Pero el horror no acaba ahí, una central nuclear estalla en lo que constituye el segundo accidente radiactivo más importante después de Chernobil. Otro reactor está seriamente dañado y aunque las autoridades dicen que no hay gran peligro, las imágenes y los datos hacen pensar que la refrigeración del reactor va a ser muy difícil y las consecuencias imprevisibles.
Las lecciones que se pueden derivar de esta lección de la “brutal” naturaleza sobre el atrevimiento humano y de la magistral advertencia del director Kurosawa pueden ser:
- Objetivamente hablando la energía nuclear contamina, tiene riesgo de accidentes, genera residuos muy peligrosos con un elevado coste de mantenimiento que duran cientos de miles de años, es limitada (al ritmo actual de consumo las reservas se estiman en unos 80 a 100 años o menos) provoca dependencia exterior tanto tecnológica como del combustible, crea muy pocos puestos de trabajo respecto a su volumen de negocio, y es cara, a pesar de las ingentes cantidades de dinero público que ha recibido para su desarrollo desde los años cuarenta, ya que en la evaluación de costes no sólo hay que considerar la inversión inicial y la operación y el mantenimiento, sino el coste del desmantelamiento y la gestión de los residuos. Además existe el riesgo de que esta tecnología sea usada con fines bélicos. Por otro lado, su construcción y mantenimiento generan una cantidad ingente de gases de efecto invernadero que no se contabilizan en su cómputo de emisiones.
- La urgente necesidad de eficiencia energética, de la disminución y ahorro del consumo energético innecesario y obsceno, para producir bienes y servicios totalmente prescindibles. La utilización de todas las energías renovables a nuestra disposición, incluidas la mareomotriz y la geotérmica pueden hacer de este planeta un lugar mucho más seguro, limpio y habitable.
- Nosotros tenemos centrales nucleares obsoletas y en constantes reparaciones en nuestro territorio nacional. Nuestro país vecino, Francia, del que acabo del volver y en el no he visto una gran muestra de preocupación por la sostenibilidad y respeto medioambiental, produce la mayor parte de su energía eléctrica a partir de centrales nucleares.
- Todo ello confiere a este medio inseguro de producción de energía el carácter de una especie de lotería en la que múltiples factores pueden desencadenar un episodio que desearía que no tuviese la menor relación con la pesadilla que el maestro Kurosawa profetizó en su maravillosa obra maestra.