miércoles, 8 de diciembre de 2010

Transició mediterrànea/Transición mediterránea

Agoecosistema de l'horta de València

Cuando jugábamos despreocupadamente en las calles, en los solares o en las huertas, allá por los años 70, no pensábamos en que el futuro pudiese proporcionarnos otra cosa que prosperidad, crecimiento y desarrollismo ilimitado, además de un sin fin de oportunidades para todos.

Los solares se llenaban por doquier de utensilios y electrodomésticos primitivos que lanzados al mundo de la obsolescencia planificada por las primeras campañas publicitarias, nos proveían de materiales de todo tipo para nuestros juegos. También de metales y cartones para vender en las traperías.

Aquel era un mundo de transición, era la frontera entre el ancestral sistema de vida agrícola de l'horta de València, la tierra más fértil del mundo, con tres cosechas al año, repleta entonces de caballos, cerdos y gallinas diseminadas por cada masía o barraca y el incipiente pero sistemático crecimiento urbano que medraba por cualquier pequeño resquicio que se diese en el frágil y sentenciado ecosistema agrícola que rodeaba la ciudad.

Aquel crecimiento nos expulsaba sin piedad de nuestros territorios de juegos, cada vez que comenzaba una nueva obra de un edificio, desaparecía un lugar donde habíamos pasado momentos únicos e irrepetibles

Años más tarde, ese amor por el paraíso perdido de los lugares abiertos y libres me hizo estudiar ingeniería agrícola y aún más tarde la curiosidad por la realidad cambiante, ciencias económicas. Toda esa necesidad acumulada por comprender el cómo y porqué de las cosas, me ha hecho llegar en la actualidad por distintas vías a conocer y compartir buena parte de los principios de las Transition Towns.



Los británicos son un pueblo pragmático y emprendedor. Ellos fueron los que iniciaron la revolución industrial, aquellos que promovieron el actual sistema capitalista que comenzó con niños trabajando en las minas en condiciones infrahumanas. Ellos junto con a los holandeses que inventaron la bolsa de valores, diseñaron la situación económica actual. Ahora también ha sido los primeros que se han dado cuenta del inicio del final del capitalismo tal como lo hemos entendido hasta la actualidad y han comenzado a realizar iniciativas para una transición a otro sistema y modo de vida sostenible que potencie la economía local, las relaciones humanas vecinales y que evite al máximo la dependencia de recursos energéticos fósiles externos, potenciando la resiliciencia y autosuficiencia de las sociedades, aunando esfuerzos para paliar los efectos del cambio climático.
Huerto en ciudad en transición

Lo curioso es que la historia es como una espiral cíclica y la transición que proponen estos movimientos ecosociales modernos y nórdicos es muy similar a la que vivimos en nuestra infancia, con la diferencia de que nosotros transitábamos hacia un crecimiento esperanzador y sin límites y ellos propugnan como en un espejo, retornar a ese inicio del desarrollismo en que la vida era más simple, los recursos disponibles más limitados, pero más locales y frescos y donde los valores intangibles que presidan la vida vecinal sean más ricos y diversos que en la sociedad actual donde impera el individualismo consumista y los amigos se contabilizan en redes sociales virtuales.

El movimiento de las Transition Towns está teniendo una gran aceptación en todo el mundo, actualmente hay una 70 iniciativas en países de habla inglesa -incluyendo Bristol, Nottingham, Londres y Totnes- .

Al menos 5 iniciativas en nuestro país, Coín (Málaga), Teo (Galicia), Vilanova i la Geltrú (Barcelona), Barcelona y Palma de Mallorca. Por otro lado, como es un movimiento de reciente creación, hay unos 700 lugares que en la actualidad están decidiendo si se incorporan a este movimiento de transición.

En el contexto actual es aún difícil que la población de nuestro país tome conciencia de la necesidad de un cambio de valores y de conciencia. La clave es si este cambio, por otro lado inevitable en mi opinión, vendrá dado de forma elegida y voluntaria o tendrá que llevarse a cabo de forma traumática e inesperada.

Si la precaución es una virtud, la Transición puede ser el camino virtuoso a ese cambio que necesita nuestro sistema de vida caduco y en muchas ocasiones injusto.

El mediterráneo ha sido el caldo de cultivo de la civilización occidental actual. El clima benigno y el poso cultural que nos han legado culturas como la egipcia, la griega, la romana, la islámica y la cristiana, nos permiten todavía tener una concepción de vida vecinal y familiar potenciada por la tipología del caracter mediterráneo. También algunos hemos tenido el privilegio de haber conocido hasta hace pocos años un sistema de vida formado por agroecosistemas, pequeños núcleos urbanos y barrios sostenibles  que interactuaban de forma más respetuosa con la naturaleza, los vecinos y con los recursos disponibles.

Este puede ser el primer paso para una Transición Mediterránea basada en los principios de la permacultura, las Transition Towns y en nuestros valores culturales, sociales y ecológicos que nos han permitido a lo largo de la historia producir cultura, dieta mediterránea y vida de una forma única en armonía con nuestro entorno.


Barri de es Jonquet (Palma) pintura de Jose mª Fayos

Barracas y casas integradas en l'horta

8 comentarios:

Eurotopia dijo...

Un bon resum de la situació actual, de la necessitat d’una transició cap a un futur que te molts elements a recuperar del passat, sobretot la cohesió social, això es fonamental i fas un elogi dels valors de la mediterrània en aquet sentit, però no tens que oblidar que dos dècades de predomini neoliberals i cons no passen de bades per a ningú, s’ha instal•lat un individualisme en la societat que sera molt difícil de combatre... però qui deia que anava a ser fàcil...
Una forta abraçada.

Pep R dijo...

Moltes gràcies Pere,
Efectivament els valors socials actuals no passen en general per cap postulat de transició a una societat més solidaria i veïnal. El cas és que la necessitat pot fer una mica de catalitzador del canvi social necessari. En cas contrari, la situació podria ser com mínim incerta.
Gràcies de nou pel teu interessant i necessari Blog

Claudia dijo...

Gracias por compartir tu entrada en el blog! Este tema es además de interesante, necesario. Me gustaría compartir contigo el enlace de la web del instituto SARAS, un proyecto que además de la transición trabaja el concepto de la resiliencia desde la perspectiva ecológica y la sustentabillidad. Es un instituto que trabaja además desde la cooperación de diversas disciplinas: http://www.saras-institute.org/

Un fuerte abrazo,

Claudia

Pep R dijo...

Muchas gracias Claudia,
Como siempre no dejas de sorprenderme, ya que estás muy bien informada de todos los aspectos interesantes de la realidad. Cuando lea tranquilamente el enlace, lo comentamos.
Un ecoabrazo

Anónimo dijo...

Tal como cuentas, no por tener más electrodomésticos, más cosas materiales somos más felices, al contrario todas estas cosas nos esclavizan pensado que tendremos más tiempo y que podremos disfrutar de los amigos y no es así al contrario, nos volvemos desconfiados, insolidarios, porque pagando hay servicios para todo. Pero la satisfacción de compartir por nada, de hacer las cosas con el placer de hacerlas bien, la belleza de simplicidad, son cosas que no se pagan con dinero. Y creo que se impone un cambio y que la crisis genera la necesidad de buscar soluciones a nuestro día a día pero también a nuestra felicidad. Besets,Puri

Pep R dijo...

Gracias Puri, brillante exposición de los "Intangibles" que deberían presidir los parámetros del PIB. En la constitución de USA está el derecho la felicidad como artículo y mira lo que pasa en Bután:
"El rey Jigme Singye Wangchuck fue quien acuñó el eslogán Felicidad Interna Bruta, (Gross National Happiness), y constituyendo un intento de modernización sin perder las tradiciones, base de la identidad del pueblo butanés, y crecimiento de forma sostenible para el medio ambiente. Además, las fuertes raíces budistas del país añadían una novedad desde el punto de vista del desarrollo occidental, éste carecía de sentido si no aportaba una mejoría emocional y espiritual a los butaneses. Este término define el modelo de desarrollo del país y es el resultado de su conciencia cultural y social. Los principales valores de la cultura butanesa se pueden resumir en tres: felicidad, igualdad de género y preservación medioambiental".
Coincides con Jigme.
Besos.

Q dijo...

Molt encertat l'article, Pep. Cal rellegir la frase:"Menys és més", en un sentit no minimalista, sinó humanista. Queda clar que el consumisme no ens ha fet més feliços. Aquesta és, doncs, una bona proposta.
Una abraçada

Pep R dijo...

Moltes gràcies Queti,
Ens fan falta propostes creatives i que integren a la major part de la població. A més a més, si sumem a la cultura mediterrànea la transició a un altre model energètic, econòmic i social, podem aconsseguir l'objetiu de gaudir d'una vida plena, convivencial i amb els valors humanistes, com molt be apuntes al teu comentari.