viernes, 9 de abril de 2010

EL CABANYAL y el CANALLAR



Este es el único barrio de València que saludaba al mar de forma directa y sincera, se abrazaba a él como un amante envuelto en aromas de jazmín, pulpos desecados en las barcas y malvarrosas extendidas sobre la arena.
Su nombre proviene de las cabanyas de los pescadores que vivían de un Mediterráneo aún no ultrajado por nuestros abusos de contaminación y sobreexplotación de sus recursos. Sorolla pintó a sus antiguos pobladores: ¿hay algo más valenciano?
En este barrio me inicié en el amor juvenil y en el trueque de su mercado rodeado de “egues i cavalls” con sus carros repletos de verduras frescas, brillantes y turgentes. También gocé de su mercadillo colorista y de sus magnificas casas repletas de azulejos modernistas con simbologías marineras y hasta masónicas.

Pero ayer, esta imagen idílica de mis felices recuerdos fue pulverizada por las imágenes televisivas de la brutal represión a la que han sido sometidos los vecinos, jóvenes, ancianos y otros ciudadanos con dignidad que pretendían detener la demolición de este único patrimonio arquitectónico y cultural defendido también por el Ministerio de Cultura y no he podido menos que indignarme y reflexionar sobre las posibles causas que han llevado a esta situación:
• La obsesión compulsiva del Ayuntamiento de Valencia por el urbanismo de avenidas y bulevares sólo diseñados para el tráfico rodado y el culto subsiguiente al automóvil en detrimento del peatón.
• El intento de copia y la meme de otras ciudades que gozan de forma “natural” de un urbanismo que les permite llegar fácilmente al mar con grandes avenidas (véase la Diagonal de BCN).
• La vergüenza que produce en personas de “alta clase” y poder político, tener un barrio popular que les usurpa su derecho a especular urbanísticamente con las cercanías de la playa y sus aledaños.
• El poco aprecio a la cultura real popular valenciana mostrado por los responsables políticos, ya que éste junto con el barrio del Carmen, son uno de los pocos barrios que han conservado la idiosincrasia de nuestra cultura durante muchos años.
• El sentimiento valenciano generalizado de la poca valoración y mantenimiento de su verdadera cultura popular. Un escritor en una guía de viajes titulaba un capitulo como: “Valencia o el deterioro”.
• Una estrategia fríamente calculada para destruir sistemáticamente el barrio a nivel moral, urbanístico y social, promoviendo el asentamiento de la población marginal colocada en viviendas propiedad del Ayuntamiento, favoreciendo conductas marginales que “espantan” literalmente a los vecinos. No limpiando las calles de forma adecuada y deteriorando la convivencia por la no intervención adecuada en casos de conflictos sociales y de inseguridad ciudadana.

Cuando ayer vi las excavadoras junto a los antidisturbios, he presenciado la oportunidad política, el odio y el ansia de venganza de esos “poderosos” endiosados en sus altos cargos, que subidos en sus Ferraris y vehículos oficiales, empiezan a mirar con preocupación las esferas de sus relojes de 24.000 € en las que puede ser que empiece a restar el tiempo para que esos canallas: los pobladores del barrio del “canallar” den pronto con sus huesos en prisión.



Ellos han degradado de forma fría y sistemática ese barrio tan auténtico en el que aún la gente saca sus sillas y mesas a la calle en verano para tomar la fresca...